Capítulo 9 - Investigaciones
Estaba ya un poco harta de que nadie me dijera nada, tendría que averiguarlo por mí misma.
Dimos las clases de ese día, pociones, en la que no paré de pensar en el por qué de esta rara asignatura, matemáticas, lengua y biología.
Solo teníamos cuatro horas de clase, Gonzalo quería que supiéramos lo imprescindible.
En cuanto acabé de comer cogí mis cosas y me dirigí a la biblioteca.
En cuanto llegué me fui a la zona en la que menos gente había. Dejé mis cosas y me dispuse a coger libros y buscar información en ellos.
Encontré unos libros que hablaban sobre varios mundos distinto al nuestro en el que vivía gente.
Había escritos cuatro planetas, el planeta Tierra, el nuestro, el planeta Oscuro, el planeta blanco y el planeta Dorado.
Cuatro planetas en los que según ponía vivían diferentes tipos de personas y en estas últimas décadas los habitantes de estos planetas se estaban instalando en otros.
Cerré el libro y lo guardé en la mochila, luego seguiría con él. Me iba a servir mucho.
Después seguí buscando, en otro encontré fotos de unas personas parecidas a los humanos, pero convivían en uno de esos otros tres planetas.
Sonó el timbre de la cena pero hice caso omiso y seguí sentada en aquel pequeño sillón en el que llevaba ya un buen rato buscando información sobre el lugar en el que me encontraba, incluso me salté mi visita diaria a Gonzalo.
Estaba leyendo un libro cuando noté que me estaba durmiendo, así que guardé algunos libros más en la mochila, me la puse sobre los hombros y salí de la biblioteca para dirigirme a mi habitación.
Me puse mi pijama y me metí en la cama.
Me dormí enseguida, pero me desperté con el ruido de un pitido muy molesto y con los gritos de a gente.
“¿Qué demonios pasa?” pensé.
Me puse rápidamente unos vaqueros y una camiseta de tirantes y salí al pasillo.
Fui siguiendo a la gente.
No veía a nadie conocido.
Por lo visto había fuego en alguna parte de la casa.
Todo el mundo estaba saliendo, me alejé un poco de la gente al no conocer a nadie hasta que alguien me cogió por el brazo y me tapó la boca.
- Soy yo- dijo, reconocí la voz de Ángel-. Ven vamos.
Entonces paré de moverme y me cogió de la mano que seguidamente la retiré.
- ¿Tu estás mal o qué te pasa?
Me miró con cara rara.
- ¿Por qué me tengo que ir contigo ahora? ¿Te crees que es tan fácil como venir aquí pedirme perdón y solucionado? Pues no. Llevas esquivándome días. Creo que nos necesitan para apagar el fuego-dije cambiando de tema y alejándome de él-.
- No soy yo el que te esquiva ¿vale?
- ¿Cómo?-pregunté sorprendida- ¿Quién es entonces? ¿Tu hermano gemelo quizás?
- No…
- ¿Entonces? ¿Me lo puedes explicar?
- Mira olvídate de lo que te he dicho.
- Vale, no te preocupes que lo descubriré yo sola. Me voy, y no me sigas.
- No, espera.
Me cogió y acercó mi cara a la suya juntando nuestros labios, pero yo los separé rápidamente y me fui corriendo mientras lloraba hacia el interior de la casa.
12 de agosto de 2011
13 de julio de 2011
Capítulo 8 - La Maldición
Capítulo 8 - Clases
De repente empezaron a sonar silbatos y voces.
En la habitación noté que subían las persianas y entraba apenas luz.
- Arriba dormilona. Aquí nos levantamos muy temprano.
- Tan pronto que ni ha salido el sol-dije mirando por la ventana-.
Deberían de ser alrededor de las 6:30 o 7:00 de la mañana.
- Si, es mejor salir ahora. Así que vístete y baja a desayunar.
Asentí mientras Cloe salía por la puerta.
Me vestí rápidamente con unos vaqueros y una camiseta de manga corta azul con las deportivas y bajé a desayunar.
Busqué a Cloe y Ashley con la mirada, estaban ya sentadas.
Me senté con ellas y me serví un vaso de cola-cao y unas tostadas con nocilla por encima.
- Bueno ¿y por qué os levantáis tan pronto?-pregunté-
- Las clases empiezan temprano, deberías ir a que Gonzalo te diera tu horario-dijo Ashley-.
- Si quieres yo te acompaño-dijo Jonathan sentándose a mi lado-.
Me acabé el vaso de leche y fui al despacho.
Mientras caminábamos me fijé en su cuello.
- Tienes la misma marca que yo, y… ¿por qué algunos no tienen marca?
- Tardabas en darte cuenta de eso-dijo mientras de su boca salía una sonrisa-.
Estábamos subiendo el último peldaño cuando vi a Ángel.
-¡Ángel!-grité-
Pero se fue corriendo por donde había venido.
- Deberías de dejarle en paz-dijo Jonathan-.
-----------------------------------------
¿Por qué me pasaba esto a mí?
Me enviaban a buscarla y ahora no me dejaban ni verla, encima me había enamorado de ella en cuestión de dos días en los que habíamos cogido una confianza mutua y encima tenía que aguantar que estuviera con él.
Tenía que bajar al comedor antes o después porque Gonzalo no me dejaba verla ni de lejos.
Iba a bajar cuando la vi:
-¡Ángel!-gritó.
Pero como un tonto cumplí lo que me dijeron y corrí por donde había venido.
------------------------------------------
¿Qué pasaba? ¿Por qué Ángel me esquivaba? Tarde o temprano lo descubriría.
Jonathan dio unos golpes a la puerta y pasó seguido por mí.
- Hola-saludó Gonzalo-.Toma tu horario-dijo dándome unos papeles-.
- Gracias.
- Y estos son tus libros. No son muchos. Si necesitas algo, me lo pides. Irás a clase con Jonathan.
Asentí.
- Las clases van a empezar.
Nos marchamos. Me cogió los libros, decía que pesaban mucho.
- Nos toca pociones.
- ¿Pociones? ¿Qué asignatura es esa?
- Cuando sepas lo que eres lo necesitarás.
De repente empezaron a sonar silbatos y voces.
En la habitación noté que subían las persianas y entraba apenas luz.
- Arriba dormilona. Aquí nos levantamos muy temprano.
- Tan pronto que ni ha salido el sol-dije mirando por la ventana-.
Deberían de ser alrededor de las 6:30 o 7:00 de la mañana.
- Si, es mejor salir ahora. Así que vístete y baja a desayunar.
Asentí mientras Cloe salía por la puerta.
Me vestí rápidamente con unos vaqueros y una camiseta de manga corta azul con las deportivas y bajé a desayunar.
Busqué a Cloe y Ashley con la mirada, estaban ya sentadas.
Me senté con ellas y me serví un vaso de cola-cao y unas tostadas con nocilla por encima.
- Bueno ¿y por qué os levantáis tan pronto?-pregunté-
- Las clases empiezan temprano, deberías ir a que Gonzalo te diera tu horario-dijo Ashley-.
- Si quieres yo te acompaño-dijo Jonathan sentándose a mi lado-.
Me acabé el vaso de leche y fui al despacho.
Mientras caminábamos me fijé en su cuello.
- Tienes la misma marca que yo, y… ¿por qué algunos no tienen marca?
- Tardabas en darte cuenta de eso-dijo mientras de su boca salía una sonrisa-.
Estábamos subiendo el último peldaño cuando vi a Ángel.
-¡Ángel!-grité-
Pero se fue corriendo por donde había venido.
- Deberías de dejarle en paz-dijo Jonathan-.
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¿Por qué me pasaba esto a mí?
Me enviaban a buscarla y ahora no me dejaban ni verla, encima me había enamorado de ella en cuestión de dos días en los que habíamos cogido una confianza mutua y encima tenía que aguantar que estuviera con él.
Tenía que bajar al comedor antes o después porque Gonzalo no me dejaba verla ni de lejos.
Iba a bajar cuando la vi:
-¡Ángel!-gritó.
Pero como un tonto cumplí lo que me dijeron y corrí por donde había venido.
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¿Qué pasaba? ¿Por qué Ángel me esquivaba? Tarde o temprano lo descubriría.
Jonathan dio unos golpes a la puerta y pasó seguido por mí.
- Hola-saludó Gonzalo-.Toma tu horario-dijo dándome unos papeles-.
- Gracias.
- Y estos son tus libros. No son muchos. Si necesitas algo, me lo pides. Irás a clase con Jonathan.
Asentí.
- Las clases van a empezar.
Nos marchamos. Me cogió los libros, decía que pesaban mucho.
- Nos toca pociones.
- ¿Pociones? ¿Qué asignatura es esa?
- Cuando sepas lo que eres lo necesitarás.
4 de julio de 2011
Capítulo 7 - La Maldición
Capítulo 7 - Presentaciones
A Ángel no le gustó la idea de dejarme con Jonathan, pero parecía que allí lo que dijese Gonzalo tenía que cumplirse.
- El pasillo de la derecha, del que venimos es también llamado el pasillo prohibido, en el de la izquierda están las habitaciones, en la pared derecha están las de las chicas y en la de la izquierda las de los chicos. La tuya es esta, la número 12. Los baños están al fondo.
- Vale.
Al subir me fijé en que había un tercer piso, Jonathan no me había dicho a donde llevaba, pero mejor no preguntar.
- Cloe, te traigo una nueva compañera, ya no estarás sola. Adiós chicas, os dejo solas.
Dejó las maletas y se fue.
- Hola soy Cloe. ¿Tu qué eres?
- Celia. No lo sé, no me lo quieren decir. ¿Tú sabes el por qué?
- Lo sé, todos te conocen, eres más especial que ninguno de nosotros.
- Tu marca es diferente-contesté-.
- Simplemente no soy como tú, pero dejémoslo ahí.
Me quedé pensativa, no quería insistir más porque no me iba a decir nada.
Puse la maleta encima de la cama y Cloe me ayudó a sacar y colocar la ropa en el armario.
De repente sonó un timbre, como el que suena en un instituto al acabar una clase.
- Es la hora de cenar-dijo Cloe-.
Bajamos a la planta baja y entramos al comedor.
Había mucha gente que se dividían en grupos o mesas.
- Te puedes venir con nosotros. Te presento. Chicos, esta es Celia, estos son Lucas, Ashley, Luke, Joel, Priscila y Oscar.
- Encantada.
- Igualmente-contestaron todos a la vez-.
- Por cierto, ¿sabéis donde está Ángel?
Nadie contestó. No quise insistir, habían puesto muy mala cara cuando lo dije.
Cogimos cada uno nuestra comida, había varias cosas para elegir, como un buffet. Se notaba que les tenían muy cuidados.
Estábamos levantándonos de la mesa cuando alguien me tocó por detrás.
- Celia, ven.
Era Jonathan. Todos se quedaron boquiabiertos al ver que me llamaba, supuse que seguramente no solía hacerlo muy a menudo.
Le seguí y llegamos hasta el despacho de Gonzalo.
- Hola, siéntate.
- Hola, me dijiste que viniera a partir de mañana.
- Tienes razón, pero se me olvidó contarte lo más importante.
- ¿El qué?
- Sobre las marcas de los cuellos. Júntate prioritariamente con los que tengan la misma que tu, aunque entre todos nos llevemos bien, es mejor ir solo con los que tienen la misma marca ¿de acuerdo?
- Si.
- Hay cinco tipos de manchas. Tendrás que ir viendo quien es como tú.
Me entregó una foto con los cinco tipos.
La cogí y salí del despacho.
Fui de nuevo al comedor pero ya no había casi nadie. Solo unas pocas personas y ya se estaban levantando de sus mesas. Como no había nadie me volví a la habitación.
Cogí mi neceser y me dirigí a los baños. Me lavé los dientes y la cara y volví.
Cloe no estaba, pero me puse mi pijama morado de Campanilla y me eché a la cama y me dormí rápidamente.
A Ángel no le gustó la idea de dejarme con Jonathan, pero parecía que allí lo que dijese Gonzalo tenía que cumplirse.
- El pasillo de la derecha, del que venimos es también llamado el pasillo prohibido, en el de la izquierda están las habitaciones, en la pared derecha están las de las chicas y en la de la izquierda las de los chicos. La tuya es esta, la número 12. Los baños están al fondo.
- Vale.
Al subir me fijé en que había un tercer piso, Jonathan no me había dicho a donde llevaba, pero mejor no preguntar.
- Cloe, te traigo una nueva compañera, ya no estarás sola. Adiós chicas, os dejo solas.
Dejó las maletas y se fue.
- Hola soy Cloe. ¿Tu qué eres?
- Celia. No lo sé, no me lo quieren decir. ¿Tú sabes el por qué?
- Lo sé, todos te conocen, eres más especial que ninguno de nosotros.
- Tu marca es diferente-contesté-.
- Simplemente no soy como tú, pero dejémoslo ahí.
Me quedé pensativa, no quería insistir más porque no me iba a decir nada.
Puse la maleta encima de la cama y Cloe me ayudó a sacar y colocar la ropa en el armario.
De repente sonó un timbre, como el que suena en un instituto al acabar una clase.
- Es la hora de cenar-dijo Cloe-.
Bajamos a la planta baja y entramos al comedor.
Había mucha gente que se dividían en grupos o mesas.
- Te puedes venir con nosotros. Te presento. Chicos, esta es Celia, estos son Lucas, Ashley, Luke, Joel, Priscila y Oscar.
- Encantada.
- Igualmente-contestaron todos a la vez-.
- Por cierto, ¿sabéis donde está Ángel?
Nadie contestó. No quise insistir, habían puesto muy mala cara cuando lo dije.
Cogimos cada uno nuestra comida, había varias cosas para elegir, como un buffet. Se notaba que les tenían muy cuidados.
Estábamos levantándonos de la mesa cuando alguien me tocó por detrás.
- Celia, ven.
Era Jonathan. Todos se quedaron boquiabiertos al ver que me llamaba, supuse que seguramente no solía hacerlo muy a menudo.
Le seguí y llegamos hasta el despacho de Gonzalo.
- Hola, siéntate.
- Hola, me dijiste que viniera a partir de mañana.
- Tienes razón, pero se me olvidó contarte lo más importante.
- ¿El qué?
- Sobre las marcas de los cuellos. Júntate prioritariamente con los que tengan la misma que tu, aunque entre todos nos llevemos bien, es mejor ir solo con los que tienen la misma marca ¿de acuerdo?
- Si.
- Hay cinco tipos de manchas. Tendrás que ir viendo quien es como tú.
Me entregó una foto con los cinco tipos.
La cogí y salí del despacho.
Fui de nuevo al comedor pero ya no había casi nadie. Solo unas pocas personas y ya se estaban levantando de sus mesas. Como no había nadie me volví a la habitación.
Cogí mi neceser y me dirigí a los baños. Me lavé los dientes y la cara y volví.
Cloe no estaba, pero me puse mi pijama morado de Campanilla y me eché a la cama y me dormí rápidamente.
19 de junio de 2011
Capítulo 6 - La maldición
Capítulo 6 - La casa del bosque
- ¿Qué es esto?-pregunté sorprendida-
- Lo llamamos la casa del bosque, aquí estamos todos seguros.
- ¿Me vas a explicar porque estoy aquí o no?
- No soy el indicado.
- ¿Y quién narices me lo va a explicar?-dije enfadada-
- Veo que habéis conseguido escapar-dijo un chico más o menos de la edad de Ángel-.
- Si, ¿te molesta?-contestó Ángel-.
- No, para nada, al contrario. Por cierto soy Jonathan-dijo mientras me tendía la mano, yo dudosa se la di-.
- Celia.
- Bonito nombre. Seguidme-dijo sonriendo-.
- Me sé el camino Jonathan. Te puedes ir-dijo Ángel-.
- Era por educación, pero bueno, me iré a dar un paseo. Encantado Celia.
- Igualmente-contesté-.
Se notaba que entre él y Ángel saltaban chispas, bastantes chispas.
Entramos en la casa, el vestíbulo era enorme y el techo era altísimo. Subimos por las escaleras, se dividía en dos pasillos, derecho e izquierdo, tomamos el de la derecha, estaba llena de puertas.
Ángel se paró en una y llamó.
Se abrió, parecía ser un despacho de alguien importante.
Había dos personas a cada lado de la silla.
De repente la silla se giró y en ella había un hombre de unos treinta años.
Tenía el pelo corto y sin apenas arrugas. Vestía con traje negro. Me paré en su cuello, tenía una marca parecida a un lunar, pero dorada.
- Hola Celia, soy Gonzalo. Soy el que ha montado todo esto.
- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿De qué va todo esto? -Pregunté alterada-
- Sabemos más de lo que te crees, por no decir que sabemos de ti desde el día en que naciste. ¿Te creías que el que Ángel apareciera era casualidad? Que fuese el único que te hiciera caso era un poco extraño, ¿no crees?, que sepa tu número de móvil y muchas cosas más. Yo solo protejo a la gente como tú. Sabrás la verdad cuando estés preparada, así que cálmate por favor.
Sentí que debía de creerle y me calmé.
- Ahora caballeros, necesito hablar con ella.
Ángel me miró y no necesité mucho para saber que me preguntaba si estaba segura, yo asentí y los tres salieron por la puerta.
- Bueno Celia. Creo que no sabes nada y no lo sabrás hasta que no estés lista, como he dicho antes, así que no insistas a nadie.
- ¿Qué es esa marca de tu cuello?-pregunté-
Me salió sola la pregunta, con lo tímida que yo era.
- Chica lista-contestó-, te lo iba a explicar ahora mismo.
- ¿Y bien?
- Es una marca que tenemos todas las personas especiales, según como sea la marca, perteneces a un grupo de personas. Tú también tienes una.
Me dio un espejo y me miré el cuello.
- ¿Cómo nunca antes me he dado cuenta de que la tenía? Y… ¿a qué grupo pertenezco?
- Eso no te lo puedo decir, lo tendrás que descubrir tú sola.
- ¿Me lo dirás?
- Claro. Ahora en cuanto llegue Jonathan te llevará a tu habitación, son compartidas. Todas las noches durante un periodo de tiempo quiero que vengas a verme ¿de acuerdo?
- Sí.
- ¿Qué es esto?-pregunté sorprendida-
- Lo llamamos la casa del bosque, aquí estamos todos seguros.
- ¿Me vas a explicar porque estoy aquí o no?
- No soy el indicado.
- ¿Y quién narices me lo va a explicar?-dije enfadada-
- Veo que habéis conseguido escapar-dijo un chico más o menos de la edad de Ángel-.
- Si, ¿te molesta?-contestó Ángel-.
- No, para nada, al contrario. Por cierto soy Jonathan-dijo mientras me tendía la mano, yo dudosa se la di-.
- Celia.
- Bonito nombre. Seguidme-dijo sonriendo-.
- Me sé el camino Jonathan. Te puedes ir-dijo Ángel-.
- Era por educación, pero bueno, me iré a dar un paseo. Encantado Celia.
- Igualmente-contesté-.
Se notaba que entre él y Ángel saltaban chispas, bastantes chispas.
Entramos en la casa, el vestíbulo era enorme y el techo era altísimo. Subimos por las escaleras, se dividía en dos pasillos, derecho e izquierdo, tomamos el de la derecha, estaba llena de puertas.
Ángel se paró en una y llamó.
Se abrió, parecía ser un despacho de alguien importante.
Había dos personas a cada lado de la silla.
De repente la silla se giró y en ella había un hombre de unos treinta años.
Tenía el pelo corto y sin apenas arrugas. Vestía con traje negro. Me paré en su cuello, tenía una marca parecida a un lunar, pero dorada.
- Hola Celia, soy Gonzalo. Soy el que ha montado todo esto.
- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿De qué va todo esto? -Pregunté alterada-
- Sabemos más de lo que te crees, por no decir que sabemos de ti desde el día en que naciste. ¿Te creías que el que Ángel apareciera era casualidad? Que fuese el único que te hiciera caso era un poco extraño, ¿no crees?, que sepa tu número de móvil y muchas cosas más. Yo solo protejo a la gente como tú. Sabrás la verdad cuando estés preparada, así que cálmate por favor.
Sentí que debía de creerle y me calmé.
- Ahora caballeros, necesito hablar con ella.
Ángel me miró y no necesité mucho para saber que me preguntaba si estaba segura, yo asentí y los tres salieron por la puerta.
- Bueno Celia. Creo que no sabes nada y no lo sabrás hasta que no estés lista, como he dicho antes, así que no insistas a nadie.
- ¿Qué es esa marca de tu cuello?-pregunté-
Me salió sola la pregunta, con lo tímida que yo era.
- Chica lista-contestó-, te lo iba a explicar ahora mismo.
- ¿Y bien?
- Es una marca que tenemos todas las personas especiales, según como sea la marca, perteneces a un grupo de personas. Tú también tienes una.
Me dio un espejo y me miré el cuello.
- ¿Cómo nunca antes me he dado cuenta de que la tenía? Y… ¿a qué grupo pertenezco?
- Eso no te lo puedo decir, lo tendrás que descubrir tú sola.
- ¿Me lo dirás?
- Claro. Ahora en cuanto llegue Jonathan te llevará a tu habitación, son compartidas. Todas las noches durante un periodo de tiempo quiero que vengas a verme ¿de acuerdo?
- Sí.
20 de mayo de 2011
Reseña: Renacer
Título: Renacer
Año: 2011
Editorial: Montena
Sinopsis: La peor pesadilla de Lucas se ha hecho realidad: es un vampiro. Se siente traicionado, rabioso y perdido a la vez; lo único que le mantiene cuerdo es su amor por Bianca. Pero ella tampoco lo tiene fácil: debe hacer frente a su nueva vida de fantasma y no puede ayudarlo tanto como querría.
Por esto, cuando la Cruz Negra se cruza de nuevo en su camino, deciden volver a la protección de los muros de Medianoche y, de paso, investigar el porqué de la lucha entre vampiros y fantasmas. Lucas no mejora... Y entonces, Bianca decide poner fin a su sufrimiento aunque para ello deba arriesgarlo absolutamente todo.
Opinión personal: Después de "Despedida" ha llegado "Renacer". Un libro en el que no te esperas nada. Me esperaba algo más de este libro, sobre todo el final. Me resulta muy dura la relación entre Bianca y Lucas, como sufren los dos, pero así es el amor.
La señora Bethany nos sorprenderá y Maxie tomara algo de protagonismo en esta cuarta y última parte.
Yo eché de menos a Baltathar, ya que me encantaba su personaje. He disfrutado mucho leyendo el libro y espero qeu os guste tanto como a mi!
Mi valoración: 4/5
19 de mayo de 2011
La maldición - Capítulo 5
Capítulo 5- La huida
A la mañana siguiente me desperté con la luz del sol que entraba por las rendijas de la persiana.
Me levanté y me fui al baño a lavarme la cara y cuando volví a la habitación me vestí con unos vaqueros, una camiseta básica rosa y las convers a juego.
Preparé la mochila con las cosas más necesarias, aunque todavía no sabía si me iba a ir con Ángel.
Metí algo de ropa, dinero y el móvil con el cargador, solo por si acaso.
Desayuné y cuando acabé, también metí algo de comida.
Salí con tiempo de casa para ir al instituto, ya que esperaba que Ángel me estuviera esperando en la puerta impaciente por saber mi decisión y yo necesitaba pensar algo más.
Para mi sorpresa ese día Ángel no fue a clase.
El día se me pasó muy despacio como todos los días, pero ese día se me pasaba demasiado lento que de costumbre.
Al salir tampoco le divisé, así que me fui a mi casa, comí lentamente, saboreando cada bocado.
Ahora si que no sabía que hacer.
Cuando acabé de comer metí los platos al lavavajillas y subí a mi habitación y encendí un rato al ordenador.
No había llegado todavía al escritorio cuando empezó a sonar el móvil.
- Ángel ¿dónde estas?-pregunté
- En la puerta de tu casa-contestó-.
Colgué y bajé corriendo por las escaleras a abrir la puerta.
Abrí la puerta.
- Hola.
- Hola-contesté-.
- ¿Ya sabes que hacer?
- Sí. No se por qué, pero iré contigo.
Sonrió
-----------------------
- De acuerdo, coge tus cosas y vámonos.
No sé que tenía esta chica con los ojos como la miel, esa piel blanca como la nieve y su pelo, cerca del dorado. Tenía los labios finos y un cuerpo perfecto.
Desde que me habían mandado a vigilarla me había enamorado de ella.
-----------------------
Subí de nuevo a mi habitación, apagué el ordenador, cogí la mochila y volví a bajar.
- Debería de dejar una nota.
Asintió.
Cogí papel y Boli y me puse a escribir.
- Ya está.
- Muy bien, vamos.
Cerré la puerta tras de mi y subimos a su moto.
Tenía dos cascos, me dio uno y m e ayudó a ponérmelo. Cuando acabó conmigo, se puso el suyo.
Se subió delante mía.
- Agárrate a mi cintura-me dijo-.
- ¿Dónde vamos?-pregunté-
- A un lugar seguro.
No quise preguntar más porque sabía que no me iba a contestar.
Llevábamos ya alrededor de hora y media montados en la moto y pregunté:
- ¿Falta mucho?
- Un poco-contestó-.
En poco más de media hora, la moto se paró. Me ayudó a bajar de la moto y quitarme el casco. Me puso la mochila sobre los hombros.
Andamos unos cuantos metros y llegamos a una casa enorme.
A la mañana siguiente me desperté con la luz del sol que entraba por las rendijas de la persiana.
Me levanté y me fui al baño a lavarme la cara y cuando volví a la habitación me vestí con unos vaqueros, una camiseta básica rosa y las convers a juego.
Preparé la mochila con las cosas más necesarias, aunque todavía no sabía si me iba a ir con Ángel.
Metí algo de ropa, dinero y el móvil con el cargador, solo por si acaso.
Desayuné y cuando acabé, también metí algo de comida.
Salí con tiempo de casa para ir al instituto, ya que esperaba que Ángel me estuviera esperando en la puerta impaciente por saber mi decisión y yo necesitaba pensar algo más.
Para mi sorpresa ese día Ángel no fue a clase.
El día se me pasó muy despacio como todos los días, pero ese día se me pasaba demasiado lento que de costumbre.
Al salir tampoco le divisé, así que me fui a mi casa, comí lentamente, saboreando cada bocado.
Ahora si que no sabía que hacer.
Cuando acabé de comer metí los platos al lavavajillas y subí a mi habitación y encendí un rato al ordenador.
No había llegado todavía al escritorio cuando empezó a sonar el móvil.
- Ángel ¿dónde estas?-pregunté
- En la puerta de tu casa-contestó-.
Colgué y bajé corriendo por las escaleras a abrir la puerta.
Abrí la puerta.
- Hola.
- Hola-contesté-.
- ¿Ya sabes que hacer?
- Sí. No se por qué, pero iré contigo.
Sonrió
-----------------------
- De acuerdo, coge tus cosas y vámonos.
No sé que tenía esta chica con los ojos como la miel, esa piel blanca como la nieve y su pelo, cerca del dorado. Tenía los labios finos y un cuerpo perfecto.
Desde que me habían mandado a vigilarla me había enamorado de ella.
-----------------------
Subí de nuevo a mi habitación, apagué el ordenador, cogí la mochila y volví a bajar.
- Debería de dejar una nota.
Asintió.
Cogí papel y Boli y me puse a escribir.
- Ya está.
- Muy bien, vamos.
Cerré la puerta tras de mi y subimos a su moto.
Tenía dos cascos, me dio uno y m e ayudó a ponérmelo. Cuando acabó conmigo, se puso el suyo.
Se subió delante mía.
- Agárrate a mi cintura-me dijo-.
- ¿Dónde vamos?-pregunté-
- A un lugar seguro.
No quise preguntar más porque sabía que no me iba a contestar.
Llevábamos ya alrededor de hora y media montados en la moto y pregunté:
- ¿Falta mucho?
- Un poco-contestó-.
En poco más de media hora, la moto se paró. Me ayudó a bajar de la moto y quitarme el casco. Me puso la mochila sobre los hombros.
Andamos unos cuantos metros y llegamos a una casa enorme.
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