Capítulo 4- Pelea.
Ángel se dio la vuelta sorprendido antes mi reacción.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó Ángel-
- No, la pregunta es ¿Qué haces tú aquí? Te dijimos que no te acercases a ella-dijo Hugo-.
- ¿Cómo que te dijimos?-pregunté- ¿Se puede saber de qué habláis?
- Ya te lo explicaré-bajó el tono de voz-, ahora corre y escóndete.
Hice lo que me dijo. Salí por la puerta del bar y eché a correr lo más rápido que podía hacia mi casa.
Por suerte no había nadie en casa y no tendría nada que explicar.
Tiré la mochila al suelo y me senté en el borde de la cama nerviosa y todavía cansada de correr. No sabía que había pasado con Ángel y Hugo.
En ese momento empezó a sonar Tu mirada me hace grande de Maldita Nerea, alguien me llamaba al móvil.
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- Tom, no he podido hacer nada, se fue corriendo.
- ¿Otra vez has fracasado Hugo?
- Lo siento mucho Tom, pero pronto estará con nosotros, habrá que deshacerse antes de ese entrometido de Ángel.
- Mas te vale Hugo, si no del que nos desharemos será de ti.
- De acuerdo jefe-y pulse la tecla roja de mi móvil-.
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- ¿Si?-dije sin mirar quién era.
- Soy yo, Ángel, ¿dónde estás?
- En mi casa.
- Vale, voy para allá.
En poco más de cinco minutos sonó el timbre. Bajé corriendo y abrí la puerta.
- Recoge tus cosas, nos vamos.
- ¿Dónde? ¿Por qué?
- ¡Hazme caso!-dijo gritando-
Me asusté ante tal grito.
- Lo siento-se disculpó-.
- ¿Por qué me tengo que ir? Te conozco desde hace dos días.
- Pues yo a ti no te conozco de dos días. Si vienes conmigo te lo explicaré todo.
- ¿Y si no voy contigo me quedaré con la duda?
- Tal vez, además correrás un grave peligro y podrías morir.
- ¿Y se puede saber que ha pasado después de irme para que tengas sangre en el labio?
- Nada, solo unos golpecitos de nada. No te preocupes, eso se cura solo.
Se escuchó el ruido de la puerta abrirse.
- ¡Estamos en casa Celia!-gritó mi padre.
- Mierda-susurró Ángel.
Bajamos al salón.
- Hola, os presento a Ángel, un amigo, ha venido nuevo este año al instituto y vamos juntos a clase.
- Hola, encantados de conocerte-contestó mi madre-, ¿Te quedas a cenar?
- Vale-contestó decidido-.
Noté a mi padre tenso. No habló nada durante la cena que fue bastante tranquila.
Llegó la hora de que Ángel se marchara.
- Mañana después del instituto nos vamos, prepara todo lo necesario.
- Lo pensaré, no me puedes obligar.
Asintió.
- Pero piénsatelo. Adiós.
- Adiós.